Me jure entre silencios no transigir, cómo una lucha interna alberga tan poco sonido. Te desmonto la institución monárquica en media hora y en segundo reclamo el trato a mi persona como una reina. Escucha mis malabares políticos, huele el mar de mis llantos crónicos y acaricia las heridas de la muerte buscándome el pecho. Yo quiero amor con alas de pájaro, de comprensión por encima de cualquier palabra porque una mirada cómplice tiene más sentimiento que un alago. Mírame por encima de la silueta, por encima de mi esfinge platónica, no aspiro a un amor dedicado a la imagen, quiero descubrir el terciopelo de la tranquilidad entre el ritmo de la respiración. Albergo la paciencia de la eternidad, la comprensión de la cosmovisión, la elevación por encima del dolor propio, y sólo recibo garras revestidas de manos divinas, miras de revolver disfrazadas de pupilas.
El amor no es un hecho trivial, es una guerra propia y colectiva, entre los miedos propios y el espectáculo de la sociedad defendido la perdición, el motor de la historia del amor es la dependencia emocional.
Y no me jures palacios que nunca puedas edificar, no insertes el filo apelando a fantasmas pasados, no me quemes porque el frío congela.
Después de tantas historias una se acoge ante el escepticismo masculino, a las perdices muertas escondidas entre los residuos melancólicos.
"No aman de igual forma
los ricos y los pobres:
los pobres aman con las manos"
los ricos aman al capital desde el capital
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